Habrá ballotage y Rousseff parte como favorita |
Oct-04-10 - por Lic. Milagros
López Belsué*
Los escándalos de corrupción, manifiestos a través del "voto castigo" contra la candidata oficialista, Dilma Rousseff (PT), han llevado a que el 31 de octubre deba enfrentarse en una segunda vuelta contra el candidato opositor y ex gobernador de San Pablo, José Serra (PSDB), cuando a comienzos de septiembre su triunfo en primera vuelta se daba por sentado. Situación análoga se vivió en 2006, con casos de corrupción que afectaron a Lula y es la segunda vez que Serra llega a un ballotage. Resultados electorales de la primera vuelta presidencial (03 de octubre)
Fuente: Tribunal Superior
Eleitoral do Brasil
Dilma Rousseff, la elegida
del presidente Lula, había comenzado su carrera a la presidencia
con sólo un 2% de intención de voto -frente al 38% del principal candidato
opositor, el ex gobernador de San Pablo, José Serra (Partido de la
Social Democracia Brasileña, PSDB)- y no contaba con la simpatía del
oficialista Partido de los Trabajadores (PT). Frente a las elecciones
del domingo se encontraba primera en intención de voto, con el 46%
de las preferencias, 18 puntos por encima de Serra. A principios de septiembre existía una percepción de certeza de que la candidata oficialista triunfaría en primera vuelta. Sin embargo, las acusaciones de corrupción contra el Gobierno, que forzaron hace unas semanas a la renuncia de la jefa de Gabinete de Lula, Erenice Guerra, por acusaciones de haber estado involucrada en un caso de soborno -y que se producen luego de otro escándalo ético por el supuesto acceso ilegal de miembros del PT a registros bancarios privados- dieron a los partidarios de Serra alguna esperanza de forzar a una segunda vuelta electoral, que fue lo que finalmente ocurrió al no haber obtenido Rousseff la mitad más uno de los votos.
No es la primera vez
que una campaña presidencial se ve empeñada por denuncias de corrupción.
En 2006, cuando Lula buscaba la reelección, un grupo de militantes
del PT fue detenido con documentos forjados en los que se acusaba de
corrupción al candidato presidencial del PSDB, Geraldo Alckmin. Ello
le restó votos a Lula en la primera vuelta, no logrando superar el
50% de los votos y debiendo disputar una segunda vuelta con Alckmin.
Pero en menos de un mes, los electores parecieron olvidar el caso y
respaldaron a Lula con un sólido 60% que garantizó su reelección. Frente al ballotage del 31 de octubre, los sondeos de opinión pronostican un triunfo de Rousseff, con un 55% de las preferencias, frente al 38% -según un sondeo de Datafolha publicado el 28 de septiembre- o 32% -de acuerdo a una encuesta de Ibope publicada el 10 de dicho mes-. Varios factores explican la preferencia de la candidata oficialista por parte del electorado brasileño. En primer lugar, la candidata del PT se ha visto favorecida por la popularidad del presidente Lula, que ronda el 80% -una de las más altas de los líderes de la región- y proyecta una imagen de continuidad de sus políticas. Lula ha hecho constante campaña por su candidata -sus discursos en actos electorales en la campaña de 2010 fueron más que en la de 2006, cuando él mismo se jugaba la presidencia-. Asimismo, cuenta con el sustento del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que en octubre del año pasado anunció que la apoyaría -de ahí que Michel Temer, de ese partido y quien se desempeñara como presidente de la Cámara de Diputados, sea el candidato a vicepresidente-. La importancia de esta lianza radica en que el PMDB es un partido de centro con fuerte presencia local, contando con la mayor cantidad de legisladores, municipios, y estados en la política brasileña.
La personalidad y los
errores de campaña del candidato del PSDB también favorecen a
Rousseff. Serra, si bien tiene antecedentes de muy buen administrador
-gracias a su trabajo como ministro en el Ejecutivo de Fernando Henrique
Cardoso (1995-2003) y como diputado, senador, alcalde y gobernador de
Sao Paulo-, es una persona poco carismática, muy académico, que no
ha sabido transmitir optimismo a sus electores ni conectarse con las
clases bajas. Por otro lado, muchos analistas consideran que al presentarse
como continuador del lulismo no supo atraer al elector que -en momentos
de bonanza económica- preferirá elegir a la continuadora directa de
las políticas de Lula. Detrás de esta afirmación subyace el hecho
de que el presidente brasileño ha sido el gran protagonista en estas
elecciones y los principales candidatos presidenciales son vistos por
muchos como actores secundarios que se disputan su legado.
Por otro lado, el crecimiento
socio-económico de Brasil, atribuidos en gran parte a los gobiernos
de Lula -que en los hechos fue un continuador de las políticas económicas
de Cardoso-, sin duda constituye una ventaja para el oficialismo en
este contexto. Una inflación controlada, la tasa de desempleo del 6,7%
(mientras que en España es del 20% y en EEUU del 10%), el aumento del
poder adquisitivo y la disminución de la pobreza, son factores que
los brasileños tienen muy en cuenta a la hora de votar.
En términos electorales,
el domingo, la sorpresa fue la ex ministra de Medio Ambiente de Lula,
Marina Silva, del Partido Verde, que quedó en tercer lugar con casi
el 19,33% de los votos, un resultado que supera las proyecciones más
optimistas de los sondeos y la convierte en un factor a tener en cuenta
para la segunda vuelta. Queda por definir qué harán los votantes del
partido Verde, muchos de ellos lulistas desencantados con el PT, pero
que probablemente no den su voto a sus tradicionales rivales del PSDB. Por su parte, al llegar al ballotage, el PSDB ha evitado la que hubiera sido su peor derrota desde 1989, cuando en la primera elección presidencial disputada por el partido, Mario Covas obtuvo el cuarto lugar; mientras que en las dos últimas elecciones presidenciales, en 2002 y 2006, el PSDB perdió contra Lula pero en segunda vuelta. Hace ocho años, justamente José Serra era el rival de Lula. Todo parece indicar que, de cara al 31 de octubre, la situación económica y no los casos de corrupción influirán más en el sufragio, y salvo imponderables, Dilma Rousseff -que en este tramo de campaña buscará que su imagen no se vea eclipsada por la de Lula- será electa la primera presidente mujer en la historia de Brasil. * Directora de Investigaciones del CENM. |