Ene-23-20, por Patricio Giusto
Pocos
países en el mundo se encuentran más incómodos que China frente al conflicto
entre EE.UU. e Irán. Históricamente, la potencia asiática ha mantenido sólidos
lazos con Irán, sobre todo como fuente de recursos energéticos y obrando como
una suerte de pivot geopolítico para China en la estratégica y compleja región
de Medio Oriente. Conocida la noticia delasesinato del general QasemSoleimani,
el ministro de asuntos exteriores chino, Wang Yi, acusó duramente a EE.UU.de
"violar los principios básicos de las relaciones internacionales". Con el
correr de las horas, China fue moderando su tono, llamando a una negociación
pacífica entre las partes en conflicto.
Tras
la escalada militar en Irán, la postura de China no se ha alterado: Rechazo a
las acciones unilaterales de los EE.UU. y apoyo a la postura mayoritaria en la
ONU para reflotar el acuerdo nuclear con Irán, que Donald Trump dio de baja en
2017. En ese sentido, China exhibe una posición coincidente con Rusia, Francia,
Alemania y el Reino Unido, entre otras potencias relevantes interesadas en
reactivar el pacto.
En la
semana previa a la ejecución de Soleimani, China había realizado un histórico
ejercicio militar junto a Irán y Rusia. La sintonía estratégica entre las tres
potencias no es un dato novedoso, con intereses geopolíticos y económicos
compartidos en Medio Oriente. Cabe recordar que Irán ya tiene status de
"observador" dentro de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS),
liderada por China y Rusia. No obstante, las relaciones económicas entre China
e Irán vienen en declive desde 2018, cuando EE.UU. reimpuso las sanciones
económicas sobre Irán.
El declive de las relaciones económicas entre China e
Irán
En
2016, el presidente Xi Jinping había intentado llevar las relaciones económicas
de China con Irán a un nuevo nivel, con foco en el sector energético. En una
histórica visita de Xi a Teherán, se acordaron inversiones millonarias
destinadas a aumentar la producción de hidrocarburos y el desarrollo de
infraestructura, buscando integrar a Irán como actor central en el marco de la Belt and Road Initiative(BRI). Cuando
aún muy poco se había concretado de ello, la intempestiva decisión de Trump de
retirar a EE.UU. del acuerdo nuclear y la reimposición de sanciones, constituyó
un duro golpe para la estrategia de China. Xi Jinping rápidamente recalculó su
postura frente a Irán.
Desde
entonces, las exportaciones de petróleo iraní a China no han dejado de mermar.
En contraposición, China ha volcado su interés a otros fuertes proveedores de
la región, como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, enemigos de Irán.En
2019, las petroleras chinas CNPC ySinopec, junto al grupo automovilístico Lifan,
dieron marcha atrás con grandes inversiones que tenían proyectadas en Irán.
A
modo de ejemplo, durante octubre de 2019, el comercio total de China con Irán
fue de US$1.380 millones, lo que representó un 38% menos que en igual mes de
2018.De enero a octubre de 2019, las exportaciones chinas a Irán disminuyeron
39% en comparación con el mismo período de 2018, alcanzando un mínimo de US$7.800
millones, mientras que las importaciones de Irán hacia China cayeron 36%.
Días
después de la reintroducción de las sanciones económicas, en mayo de 2018,
EE.UU. anunció que ocho países, incluido China, recibirían exenciones para comprar
petróleo iraní durante 180 días. Después de que las exenciones expiraron, China
dejó en un principio de importar petróleo iraní, pero pronto reanudó la toma de
envíos, aunque a niveles muchísimo más bajos que los históricos.
China
es el mayor comprador de petróleo de Irán y, antes de las sanciones reimpuestaspor
Trump,la potencia asiática importaba más de 650,000 barriles de crudo por día
(bpd). Las cifras de aduanas de China muestran que, en los últimos meses, ese
volumen ha disminuido a un promedio de 140,000 bpd. Una gran polémica se dio en
septiembre pasado por la sanción de EE.UU. a tres empresas chinas por seguir
comerciando petróleo desde Irán. Ello motivó un duro reclamo por parte de
Beijing, que reclamó a Washington la inmediata marcha atrás.
China mantendrá un distanciamiento prudente respecto a
Irán
En
definitiva, lejos de incrementarse la esperada proyección económica china en
Irán, actualmente se advierte un claro retroceso en la relación económica. La
búsqueda de un acuerdo comercial y estabilidad en la relación con los EE.UU. se
convirtió en la prioridad número uno de Xi Jinping. Además, las malas
experiencias previas de China en países petroleros como Libia o Venezuela,
seguramente también han influido.
Por
más que China haya sumado fuerzas a ejercicios navales, como los llevados a
cabo con Rusia e Irán en el Golfo de Omán, a finales de diciembre, China mantendrála
moderación y un distanciamiento prudente con Irán. Al mismo tiempo, China
insistirá en la necesidad de resolver los conflictos en el ámbito multilateral,
considerando esencial reflotar el acuerdo nuclear, o bien trabajar por uno
superador.
Beijing ansía seguir desarrollando sus vínculos diplomáticos
y comerciales con Irán, que considera importantes en el marco de su política exterior
en Medio Oriente y el proyecto de BRI, pero buscará hacerlo sin que ello complique
su delicada y frágil relación con los EE.UU. Esta última
cuestión está y seguirá estando en el centro de la política exterior china en
los años venideros.
Patricio Giusto
Politólogo y docente universitario (UCA y Universidad de
Zhejiang). Director de la consultora Diagnóstico Político y del Observatorio
Sino-Argentino.
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