Nov-17-16 - por Rosendo Fraga
En los EE.UU. Trump, en los días siguientes a
su triunfo, ha confirmado que puede flexibilizar su ideología pero no cambiará
su personalidad. Comienza a armar su equipo de colaboradores, designando a un
miembro destacado del establishment republicano como Jefe de Gabinete
(Priebus), pero al mismo tiempo elige como su estratega principal en la
Casa Blanca a su jefe de campaña (Bannon),
un caracterizado "supremacista" blanco que atemoriza a las minorías. Ratificó su política para limitar la
inmigración, anunciando que expulsará a 3 millones de ilegales con antecedentes
penales (pero no a todos) y confirma que extenderá el muro con México (aunque
en parte serán vallas y ya no exige se lo paguen). Anticipándose a la modificación
del NAFTA, el primer ministro de Canadá (Trudeau) anunció que está listo para
renegociarlo. Pero el país no sólo está dividido electoral y políticamente,
sino también social y culturalmente. La variable más relevante de esta división
es que no ganó en ciudad con más de un millón de habitantes, mientras que
Hillary lo hizo en todos los grandes centros urbanos del país. Las marchas de
protesta en las grandes ciudades como New York no cesan, con predominio de
jóvenes blancos y con la participación de millonarios liberales. Obama, tras su
inicial llamado a la unidad, expresa preocupación e inicia su última gira
global, reuniéndose en Berlín con los jefes de gobierno de los países más
importantes de Europa (Reino Unido, Alemania, Francia e Italia) y participando en
la Cumbre de la APEC que se realiza en Lima,
donde estará con los líderes de las potencias asiáticas.
El impacto del triunfo de Trump ha sido
negativo en los gobiernos de Europa y positivo en las fuerzas nacionalistas,
cuando dos pro-rusos ganan las presidenciales en Bulgaria y Moldavia. Merkel le
recordó los "valores comunes" entre los dos países; Hollande dijo que se abre
un período de incertidumbre y su canciller que el nacionalismo de Trump "es un
verdadero peligro"; el secretario de la
OTAN dijo que EE.UU. debe permanecer en la organización; el
titular de la Comisión Europea
(Juncker) sostuvo que el Tratado Transatlántico fracasa ahora por Washington y
que con Trump se perderán dos años; el Vicepresidente del Banco Central Europeo
advirtió sobre el riesgo de incremento del proteccionismo que implica el nuevo
Presidente de los EE.UU.. Le Pen felicitó rápidamente al presidente electo y
Farage lo visitó cuatro días después de la elección. Todas las fuerzas
nacionalistas (o populistas) europeas celebran su triunfo como una victoria
propia. Putin habló con Trump, lo felicitó por el triunfo y dijo que ahora
puede abrirse una etapa de cooperación con EE.UU... La primera ministra
británica (May), llamó a "profundizar la relación especial" con los EE.UU. Pero
el 13 de noviembre, en la segunda vuelta de la elección presidencial de
Bulgaria, ganó un pro-ruso (Radev), siendo el primer país de la UE y de la OTAN que asume esta posición
y el mismo día en Moldavia -una ex república soviética que es el país más pobre
de Europa y no está en la UE-
también ganó un pro-ruso (Dodón).
En Asia, China ha tomado el triunfo de Trump
con cautela y los aliados de Washington con preocupación. El Presidente chino
(Xi) utilizando un término occidental, ha dicho que espera poder trabajar con
Trump con el principio "win-win", que "la cooperación es la única opción" y al
mismo tiempo exhortó a los países de la región a avanzar en el libre comercio y
la integración, la misma semana que se reúne la Cumbre de las APEC y cuando
EE.UU. parece abandonar estos principios al elegir a Trump. Uno de los primeros
presidentes con que habló fue con la de Corea del Sur -acosada por marchas y
denuncias de corrupción en estos días- para asegurarle que no se alterará la
alianza militar entre los dos países. El dictador de Corea del Norte por su
parte reclamó al nuevo Presidente estadounidense un "trato de igual a igual".
Pero la primera medida proteccionista contra China ha sido adoptada esta semana
por la Comisión Europa
que subió los aranceles provisoriamente a los tubos de acero que fabrica la potencia asiática.
Mientras esto sucede, ataques suicidas del terrorismo islámico producen decenas
de víctimas en Afganistán y Pakistán.
En Medio Oriente, la victoria de Trump genera
preocupación en Irán y optimismo en Israel, cuando avanzan las ofensivas
gubernamentales en Irak y Siria y se tensa la relación de la UE con Turquía. Durante la
campaña dijo que alterará el acuerdo nuclear con Irán y el presidente iraní
(Rohani) tras la elección dice que "Trump debe pedir perdón" por haber llamado a
su país "terrorista" durante la campaña. En Israel, medios políticos y periodísticos
celebraron positivamente la victoria del candidato republicano, así como los
palestinos expresaron decepción. Ello sucede cuando el gobierno israelí busca
un acercamiento con Rusia -que ahora ya no sería contradictorio con la alianza
militar con los EE.UU- y el parlamento rechaza la tesis de los "dos estados"
con Palestina y aprueba asentamientos en Cisjordania. En Irak las tropas gubernamentales en alianza
con milicias kurdas y con el apoyo de la alianza occidental avanzan en Mosul,
la capital del Califato del EI. En Siria, se intensifica la ofensiva del
ejército regular en Aleppo con apoyo de Rusia que dispara misiles desde su
flota en el Mediterráneo Oriental y opositores sirios con apoyo de alianza
militar estadounidense avanzan sobre Raqqa, capital del Califato en este país.
En África, tiene lugar en Marruecos una cumbre
sobre el Medio Ambiente y en América Latina, el triunfo de Trump genera temor
al norte del Canal de Panamá y preocupación al sur del mismo. El triunfo de
Trump generó preocupación en dicha cumbre, dada la posición negadora del
problema medioambiental que tiene el Presidente electo de EE.UU., que anticipa
un posible retroceso en los acuerdos recientemente firmados. ONGs occidentales
denuncian que en Egipto el gobierno de Sisi manipula el temor al terrorismo
para avanzar hacia el autoritarismo y en Nigeria la organización terrorista
islámico Boko Haram dice que "la guerra recién comenzó". La moneda mexicana es
la que más se devaluó tras el triunfo de Trump y en Cuba preocupa que tenga
retroceso el acuerdo firmado por el régimen castrista con Obama. En América del
Sur en cambio no hay temor, pero si preocupación por las alteraciones
económicas globales que pueden producirse en temas como la tasa de interés -el
dinero está saliendo de los países emergentes hacia los EE.UU.- el
proteccionismo y el precio de las materias primas.
En conclusión: EE.UU. muestra una sociedad que
sigue dividida tras la elección, con Trump combinando mensajes derivados de su
estrategia y su instinto al mismo tiempo, lo que suelen mostrar dos caras; los
gobiernos de Europa recibieron su triunfo con preocupación y temor,
celebrándolo los partidos nacionalistas que están creciendo y ganando pro-rusos
en las presidenciales de Bulgaria y Moldavia; en Asia, China recibió la noticia
con cautela y reiteró el ofrecimiento de un TLC para su región y Trump habla
con la Presidenta
de Corea del Sur para calmar a sus aliados en dicho continente; en Medio Oriente, Irán recibió con pesimismo
el triunfo de Trump e Israel con optimismo, cuando avanzan las ofensivas de
Irak con apoyo de EE.UU. en Mosul y de Siria con respaldo de Rusia en Aleppo y
en África, la Cumbre
medio-ambiental que se realiza en Marruecos recibió como mala noticia el
triunfo de Trump y lo mismo sucedió en América Latina, aunque más al norte que
al sur del canal de Panamá.
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